Estamos entrando en el verano y empieza la temporada de baño. Quienes tenemos hijos, sobre todo si son pequeños, estamos deseando verlos disfrutar, primero con su flotador o manguitos. Más adelante queremos que empiecen a desenvolverse, a aprender a nadar, alejarse solos del borde de la piscina, hacer un ancho, bucear... Y a ellos les gusta enseñarnos una y otra vez lo que van aprendiendo, pues ven como un logro tirarse de bomba, de cabeza, etc.
Desgraciadamente, todos los años ocurren ahogamientos, sobre todo de niños. La mayor parte se producen en piscinas privadas y, en su mayoría por supervisión insuficiente. Un pequeño despiste de un minuto o dos puede tener un desenlace fatal. Y no podemos olvidar que en las estadísticas se incluyen solamente los fallecimientos, pero también hay casos de graves secuelas permanentes por privación de oxígeno. En el caso de bebés, unos pocos segundos y unos pocos centímetros de agua pueden ser suficientes para que ocurra una desgracia.
Valla de seguridad |
No está de más recordar que los buenos propósitos están muy bien, pero no bastan. Un bebé o un niño de pocos años necesita supervisión constante, nadie está libre de que un imprevisto nos haga distraernos: una llamada telefónica con algo urgente, un hermanito que se cae de la bici y se hace sangre, alguien inesperado llamando al timbre..., circunstancias que no podemos controlar y nos hacen desviar la atención apenas un minuto.
Por otra parte, últimamente se están popularizando las piscinas elevadas, que generalmente dan una falsa sensación de seguridad, por el hecho de no estar a ras de suelo. Pero en cuanto pasan de 90 centímetros o 1 metro de altura suelen tener escalera, convirtiéndose, por tanto en fácilmente accesibles. Cualquier niño de un año o año y medio que ya sepa andar y pueda subirse con facilidad a una cama, silla, etc., podría subir por esa escalera.
Las piscinas públicas y las de comunidades de vecinos tienen su propia normativa de seguridad (aunque no consigue eliminar los accidentes completamente). Pero en las piscinas particulares se produce todos los años un considerable número de ahogamientos. Así que te proponemos una serie de consejos básicos:
- La supervisión constante por parte de un adulto es la primera norma de seguridad. Es una tarea que no se debe dejar en manos de un niño mayor y debe ser una vigilancia activa, pues es muy fácil distraerse con un móvil y perder la noción del tiempo que llevamos sin supervisar a los más pequeños.
- La norma 10/20 que promueve la Asociación Nacional de Seguridad Infantil puede servirnos como guía para esa "supervisión activa": cada 10 segundos el adulto responsable de la vigilancia debe mirar a la piscina si hay niños dentro o alrededor de ella y debe llegar a ella en menos de 20 segundos.
Chaleco, mejor que flotador (Im. de 123rf.es) |
- Es imprescindible una valla de seguridad alrededor de la piscina, de altura suficiente (mínimo 1,20 m) y diseño adecuado para impedir que el niño la salte con facilidad. Tendrá que estar dotada de una puerta con un cerrojo que no sea fácilmente accionable por el pequeño.
- La valla puede complementarse, especialmente en el caso de piscinas a ras de suelo, con una cubierta de seguridad, pero tiene que ser una verdadera cubierta de seguridad, no una simple manta térmica. El problema de estas cubiertas es la pereza que suele dar colocarlas cada vez que se termina el rato de baño y luego volver a abrirlas, por lo que frecuentemente se dejan abiertas todo el día.
- Conviene no dejar a la vista juguetes flotando que puedan llamar la atención del niño y hacer que quiera cogerlos, lo cual le invitaría a intentar sortear todos los obstáculos para llegar a ellos.
- En el caso de piscinas elevadas con escalera portátil, es muy importante quitar la escalera y guardarla alejada de la piscina, en un sitio al que el niño no tenga acceso, pues podría subir y caerse. Si no está bien alejada, el niño podría empujarla y acercarla a la piscina. Un buen sistema, si la piscina tiene altura suficiente, es dentro de la misma, alejada del borde, de manera que los pequeños no puedan alcanzarla.
- Si, por su edad y aún escasa destreza en el agua, el niño necesita dispositivos de flotación, los manguitos y flotadores no proporcionan suficiente seguridad. Tendrán que ser chalecos debidamente homologados, con marcado CE y adecuados al tamaño y peso de cada niño.
Alarma de inmersión para piscinas |
- Las alarmas para piscina no son muy conocidas, a pesar de que aportan seguridad adicional en caso de inmersiones accidentales. Existen modelos tanto para piscinas elevadas como para las de suelo, en un amplio rango de precios y con diferentes prestaciones. En general se activan cuando un sensor detecta determinadas vibraciones en el agua. Suelen tener sensibilidad ajustable, para evitar que hojas, insectos, pájaros, etc., las activen. Proporcionan un plus de seguridad interesante que no necesita una inversión elevada, pero es importante comprobar periódicamente su funcionamiento, las pilas o baterías, etc., así como activarlas y desactivarlas cuando sea necesario. Un inconveniente es que pueden activarse accidentalmente en caso de mucho viento. También es necesario tener en cuenta las dimensiones de la piscina y escoger el modelo adecuado a ellas.
En definitiva, junto con la supervisión activa del adulto, hay sistemas que permiten que los períodos de baño de nuestros hijos en la piscina constituyan una experiencia de diversión y aprendizaje, en la cual no debemos renunciar en ningún momento a su seguridad.