sábado, 29 de abril de 2017

¿Quieres vivir más? Haz ejercicio en el trabajo (I)

Con motivo del Día del Trabajo, vamos a centrarnos hoy en las personas que pasan mucho tiempo sentadas en la oficina. Los riesgos de pasar ocho o más horas sentados son ya conocidos e incluyen aumento de peso, problemas metabólicos como aumento de colesterol y glucosa, posible aumento de la probabilidad de padecer determinados tipos de cáncer (próstata, ovarios, colon, pulmón...), problemas de articulaciones y dolor muscular, ansiedad, depresión, etc. Hay incluso estudios que afirman que una elevada tasa de sedentarismo es más perjudicial incluso que fumar (sin querer, de ninguna manera, minimizar los riesgos del tabaco). Y, aunque hay gente que, después de pasar tantas horas sentada en el trabajo, hace ejercicio físico fuera de la jornada laboral, esos riesgos no desaparecen pues un rato de ejercicio físico intenso no compensa los efectos negativos de tantas horas sentadas.
Imagen de "Medical Gallery of Blausen Medical

A estos efectos se suman los producidos en manos y brazos por movimientos repetitivos, al pasar muchas horas trabajando con teclados, como las tenosinovitis, el síndrome del túnel carpiano, etc., y en la visión, por mirar durante mucho tiempo pantallas de ordenador, tabletas y smartphones, como la fatiga ocular o el ojo seco. También los malos hábitos posturales durante horas y horas pueden causar muchos problemas en la musculatura dorsal, cervical, etc., que se verán agravados en el caso de equipamiento ergonómicamente inadecuado (sillas y mesas más bajas o altas de lo necesario, no graduables, pantallas viejas, de mala calidad o mal calibradas...).  Todos estos efectos negativos no son tan peligrosos, pero, si no se previenen ni se tratan a tiempo, pueden acabar repercutiendo en la calidad de vida e incluso ser altamente incapacitantes.

Por otra parte hay estudios que señalan la probabilidad de que los hábitos que adquirimos en el lugar de trabajo se mantengan fuera de él, de manera que personas muy sedentarias en la oficina tienen más probabilidad de continuar siendo sedentarias en casa, pasar muchas horas sentadas frente a la tele, el móvil o la tableta, incrementando así los riesgos. 

Imagen de www.hks.uk
No es menos cierto que, para muchos, por las características del puesto de trabajo o por la poca conciencia de los jefes en estas cuestiones, no les resulta fácil romper esa rutina perjudicial. Por ejemplo, el consejo de levantarse uno o dos minutos cada hora y pasear por la sala o el pasillo a menudo es juzgado como "ya estás perdiendo el tiempo, no eres capaz de centrarte ni estar un rato sentado", etc. Como si pasar horas y horas sentado sin moverse fuese a repercutir en un aumento de la productividad, cuando en muchos casos es justamente lo contrario.

Lo bueno es que no es necesario interrumpir constantemente la actividad laboral, ni realizar ejercicios de alta intensidad durante períodos prolongados. Según algunos estudios, como el National Health and Nutrition Examination Survey (EE.UU. 2015) de Centers for Disease Control and Prevention  levantarse de la mesa de trabajo y caminar durante solo dos minutos reduce el peligro de muerte prematura asociado al sedentarismo hasta en un 33%.

Así que, si trabajas en una oficina o un puesto de trabajo que requiera estar muchas horas sentado, este es nuestro consejo de hoy para que mejores significativamente tu salud: da un paseo de dos minutos (o algo más, si puedes) cada hora de trabajo. Romperás el hábito del sedentarismo ininterrumpido y mejorarás tu salud. Si tu jefe te llama la atención, explícaselo directamente o acude al servicio de salud de tu empresa. Seguro que podrás conseguir que entiendan que, tanto tu bienestar, como tu rendimiento laboral, mejorarán.

En una próxima entrada te daremos otros consejos para evitar los problemas del sedentarismo en el trabajo.

domingo, 16 de abril de 2017

¿Gluten sí? ¿Gluten no?

En una entrada anterior de este blog, ¿Dos litros de agua? ¿Cuatro? ¿Cuanta más, mejor? ya hablábamos del exceso de información sin filtrar, que ayuda a la proliferación de todo tipo de consejos de lo más dispares, que, en esa ocasión, centrábamos en la ingesta diaria de agua recomendable.

Otra de las modas actuales es la de los productos sin gluten. Advertencia: si eres una persona con celiaquía, sensibilidad al gluten no celíaca (SGNC) o algo similar, esta entrada no es para ti. Si padeces celiaquía o SGNC, evidentemente necesitas una dieta exenta de gluten, pero bajo supervisión médica, pues es al médico a quien corresponde el diagnóstico, tratamiento y seguimiento, y quien te proporcionará una dieta que, sin contener gluten, sea equilibrada para evitar carencias de determinados nutrientes o exceso de otros, generalmente en colaboración con un dietista-nutricionista. También puede beneficiarte en el caso de algunas enfermedades autoinmunes, pero son los especialistas quienes pueden (y deben) aconsejarte. Y actualmente se está investigando la relación del gluten con determinados trastornos neurológicos en casos de personas celíacas o con SGNC, relación que aún no está clara; pero algunos de esos trastornos mejoran con una dieta exenta de gluten.

Pero hay gente que, sin tener ninguno de estos problemas, ni alergia al trigo, se ha autoimpuesto eliminar totalmente el gluten de su dieta sin ninguna necesidad. Porque sí, o porque se lo han dicho, o porque lo ha leído en Internet. Y parece que, por seguir una dieta exenta de gluten, su vida va a mejorar de repente, su aparato digestivo va a trabajar mucho mejor y todo va a ser un derroche de bienestar y vitalidad. No podemos obviar el hecho de que los productos sin gluten son considerablemente más caros que los que lo contienen, por lo que la industria alimentaria que produce estos alimentos tiene bastante interés en que los consumamos y, cuantos más, mejor. Tampoco podemos obviar la obsesión por los productos "sin" en un sector nada despreciable de la sociedad. Hay personas que buscan por las grandes superficies, tiendas de alimentación orgánica, herbolarios, etc., toda clase de productos sin. En muchos casos, el único criterio es que en el envase ponga algo parecido a un sello de diferente color, una referencia a algún producto químico de nombre extraño y una supuesta mejora en la salud, la energía, el vigor... Si, además, se lo ha recomendado un conocido o lo ha leído en Internet, mejor que mejor.

En las Sesiones Científicas 2017 sobre Prevención, Estilo de vida y Salud Cardiometabólica de la Asociación Americana del Corazón [] se presentó en marzo un estudio de seguimiento a largo plazo (que agrupaba otros tres estudios) sobre unas 200.000 personas, que fueron entrevistadas y controladas en sucesivas ocasiones durante 30 años. Ni el tamaño de la muestra, ni la duración del estudio son factores a pasar por alto. En él se puso de manifiesto que las personas con una ingesta menor de gluten tenían un riesgo más alto de padecer diabetes tipo II. ¿Quiere esto decir que el gluten protege específicamente de la diabetes? No, del tipo de estudio no puede llegarse a esta conclusión sin más. Harán falta más estudios para precisar estos aspectos. Pero el hecho es que quienes tomaron menos gluten, tenían también la tendencia a consumir menor cantidad de fibra (que se encuentra con frecuencia en los cereales) y esto sí es un factor de riesgo en el desarrollo de la diabetes tipo II.
Imágenes de www.shutterstock,com

Además, una dieta exenta de gluten en personas que no la necesitan puede producir aumento de peso, descontrol de la tensión anterial, alteraciones de la función intestinal, así como carencia de algunas vitaminas y minerales. Por ello en celíacos y personas con SGNC, su dieta debe estar siempre supervisada por su médico, así como por un dietista-nutricionista que personalice esa dieta exenta de gluten para compensar las posibles deficiencias.

Por último, conviene aclarar que intolerancia al gluten no es lo mismo que intolerancia al trigo. Aunque pueden compartir los síntomas digestivos típicos de la celiaquía, los intolerantes al trigo no celíacos deben seguir una dieta exenta de trigo, pero no de gluten, pues éste, además de estar presente en el trigo, también se encuentra en otros cereales que los celíacos deben evitar, pero los intolerantes al trigo sí pueden consumir, tales como la cebada, la avena o el centeno.

En conclusión, no hay hasta la fecha ninguna evidencia científica de que seguir una dieta sin gluten en personas que no lo necesitan mejore la salud y sí la hay (aunque son necesarios más estudios) de que puede ser perjudicial para quienes no la necesitan. Así que no te dejes llevar por el "me han dicho", ni por el "he leído". Y, en caso de duda, los médicos y dietistas-nutricionistas estamos para algo. Consulta!!!