Educar a los hijos es, sin duda, una labor difícil. No siempre se puede encontrar el equilibrio entre autoridad y libertad: hasta dónde debemos permitir y dónde están los límites adecuados. Últimamente se oye mucho el término "sobreprotección", con toda la carga negativa que conlleva. Es indudable que queremos proteger a nuestros hijos, que no les ocurra nada malo, evitar peligros, disgustos y malos ratos. Pero evitarles todo lo negativo, ¿va a hacer de ellos personas más responsables y capacitadas para enfrentarse a la vida?
Por otra parte, la baja natalidad en España en los últimos años muestra una consolidación en la tendencia del hijo único, lo cual ayuda a que, en muchos casos, el niño o la niña reciba toda la atención, todos los cuidados, todos los mimos y todos los recursos de su unidad familiar y que crezca siendo el centro de ella.
Por otra parte, la baja natalidad en España en los últimos años muestra una consolidación en la tendencia del hijo único, lo cual ayuda a que, en muchos casos, el niño o la niña reciba toda la atención, todos los cuidados, todos los mimos y todos los recursos de su unidad familiar y que crezca siendo el centro de ella.
Otro aspecto a considerar es el retraso de la maternidad en España. Actualmente el 33% de los niños que nacen en España son hijos de mujeres de más de 35 años. En 2012 hubo el triple de embarazos en mujeres de más de 40 años que en 2000. Y la tendencia, con el desarrollo de las técnicas de fecundación asistida, va en aumento. Aunque no vamos a entrar en las posibles causas y consecuencias, es indudable que en pocos años veremos (ya estamos viendo) padres y madres de hijos adolescentes, con edades cercanas a los 60 años, edad a la que no siempre se tienen las fuerzas para enfrentarse adecuadamente a los conflictos y dificultades que frecuentemente surgen con los hijos en esta etapa, sobre todo, si se ha ido postergando la tarea de inculcar la necesidad de unas normas y la educación en la responsabilidad y el respeto.
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Entonces, ¿cómo puede ser que muchos niños y adolescentes (sin querer generalizar) estén mejor atendidos, mejor cuidados, mejor protegidos que nunca y, sin embargo, se produzcan más agresiones y malos tratos hacia los padres que nunca? Aunque no es una respuesta sencilla, ni tiene una causa única, en nuestra opinión algo tiene que ver en ello: "más" no siempre quiere decir "mejor". En otras palabras: dar a los hijos todo lo que quieren no implica que eso sea lo que necesitan, ni lo que les conviene.
Volvamos, entonces, al título de la entrada: ¿Dónde está el límite entre un niño mimado y un tirano? Diríamos que un niño mimado y más tarde excesivamente mimado acabará, posiblemente, convirtiéndose en un tirano. Los niños a partir de los 3-4 años intentan "medir" su poder frente al de sus padres, se empeñan en que se les compren golosinas o juguetes, en hacer lo que les apetece y en no hacer lo que les pedimos... Y si no consiguen lo que quieren, rabieta al canto. Es una forma de llamar la atención y forzarnos a conseguir sus deseos. Pero muchas veces cedemos por distintas razones: por evitar el escándalo en un lugar público (véase centro comercial, kiosco, etc.) o simplemente porque no tenemos ganas de jaleos y buscamos un poco de tranquilidad. El problema es que, cediendo en estos casos, reforzamos el comportamiento del niño o la niña, quien acaba aprendiendo que, si se enrabieta lo suficiente, terminará por conseguir lo que quería. Y según va creciendo en edad, sus rabietas y exigencias se van volviendo más fuertes y sus presiones, más intensas.
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¿Y cuáles son las características de un niño excesivamente mimado o tirano? No todos presentan exactamente las mismas características y/o en el mismo grado, pero en general, el niño muy mimado:
- Reclama constantemente la atención de los demás, pues se cree el centro del mundo y espera que satisfagan inmediatamente sus deseos.
- Se siente frecuentemente enfadado y ansioso, pues no siempre consigue lo que quiere. Además, está casi siempre insatisfecho, porque, en cuanto lo consigue, pide algo distinto.
- Tiene baja tolerancia a la frustración, la incomodidad, el aburrimiento o a no conseguir inmediatamente lo que ha pedido.
- Es poco empático, no puede ver cómo afectan sus conductas a los demás, ni reconocer que pueden sufrir por su causa.
- Desafía constantemente las normas que se le quieren inculcar, pues las ve como una imposición externa con la que no está de acuerdo. Además, tiene poca tolerancia al castigo, entre otros motivos porque la culpa siempre es de los demás y sus propias conductas siempre tienen justificación.
Todo esto respecto a un niño muy mimado. Pero en el ámbito de la Psicología,aunque no hay un criterio universal, se suele considerar que el niño tirano, o niño con el "síndrome del emperador" ha traspasado ese terreno, para llegar al maltrato filioparental: hijos que maltratan a sus padres psicológicamente, amenazan, insultan, tiran objetos, dan golpes a paredes, puertas y muebles, e incluso, que los agreden físicamente. Puede parecer un problema de poca importancia, pero, mientras en el año 2008 se produjeron 2.000 denuncias, en 2015 se registraron 10.000. Solo en 2013 se iniciaron 4.659 procedimientos a jóvenes mayores de 14 años por este tipo de sucesos. Y hay que tener en cuenta que muchos casos no se denuncian por vergüenza y que los menores de 14 años en España no tienen responsabilidad penal, por lo que están excluídos de esta estadística. En España se producen al año unas 400.000 agresiones de hijos a sus padres y, según el psicólogo Javier Urra, el 13% de los jóvenes entre 12 y 18 años maltrata física o verbalmente a sus padres.
¿Cómo evitamos, entonces, llegar a este extremo? ¿Y qué hacemos si ya nos encontramos en él? Lo veremos en la siguiente entrada de nuestro blog.
Área de Psicología - Clínica Panaderos
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