En los últimos años, y con mucha más frecuencia en los últimos meses, estamos asistiendo a debates sobre la importancia de los deberes escolares: madres que se manifiestan abiertamente en contra, profesores que piensan que son necesarios, psicólogos y pedagogos que defienden la necesidad de evitar la sobrecarga, otros que acentúan la importancia de crear hábitos de trabajo, etc., opinando sobre un tema que nunca se acaba de contestar satisfactoriamente para todos. Un tema, por tanto, muy de actualidad, así que, ahora que se acaba el curso, llega otro tema polémico: ¿deben hacer cuadernos de vacaciones, o no tocar un lápiz hasta septiembre?
No se puede dar una respuesta "universal", porque cada niño o niña es diferente y sus circunstancias varían mucho, pero intentaremos ayudar a tomar la decisión acertada, especialmente para niños del último curso de educación infantil y los seis cursos de primaria. Para estudiantes de secundaria, te puede interesar esta entrada: Fracaso escolar: ¿A la playa con los libros?
En primer lugar, vamos a hablar de los casos en que el niño ha suspendido alguna asignatura, o, en otras palabras, no ha alcanzado determinados objetivos. Aunque en infantil y primaria no hay exámenes de septiembre, por lo que muy probablemente no tengan trabajos obligatorios ni exámenes (al contrario que en secundaria) es muy importante reforzar las materias que no ha aprobado para rellenar lagunas y ayudar a que comience el próximo curso sin dificultades. Para eso, la información que nos facilitarán los maestros, si se lo pedimos, es fundamental. Si, por ejemplo, falla en cálculo, sin tener una dificultad educativa específica (que exigiría una respuesta más personalizada), sino solamente falta de práctica, algún cuadernillo de cuentas y problemas puede ser muy útil para que adquiera la agilidad que necesita.
Una destreza en la que pueden tener dificultad es en la escritura y, para darnos cuenta, no necesitamos la opinión de la maestra: nos basta con echar un vistazo a sus cuadernos y comprobar si se entiende bien lo que escriben, si el estilo es uniforme... A veces vemos niños de 8-10 años, e incluso adolescentes, con una letra realmente complicada de entender, incluso para ellos mismos: letras sueltas, mayúsculas en medio de las palabras sin ninguna razón ortográfica, trazos irregulares, unos rectos y otros inclinados... Muchos padres piensan que sus hijos ya mejorarán la letra con el tiempo. Pero no es cierto. La caligrafía se va personalizando según crecen, particularizándola y adaptándola a su modo de trazar, pero si la base es mala, se irá reforzando una "mala letra," personalizada, pero mala. Hacer cuadernos de caligrafía es una tarea pesada, que a ellos no les gusta, pero puede ser necesaria. Y tengamos en cuenta que corregir una mala letra a los 8 ó 9 años es mucho más fácil que a los 16. Así pues, si creemos que lo necesitan, de 15 a 30 minutos de caligrafía no son ninguna barbaridad. Y, ya que estamos, en estos casos somos más partidarios de los cuadernos específicos que de los ejercicios de copia libre (copiar algunos párrafos de un cuento...), puesto que les viene mejor un modelo en el que fijarse línea a línea y la letra, así como una pauta de determinado tamaño y espaciado.
Lo mismo se podría decir de cualquier área en la que nuestro hijo o hija haya obtenido unos resultados inferiores a los que cabría esperar. La tutora o el tutor podrá orientarnos sobre qué capacidad debe reforzar o qué conocimientos le conviene adquirir o consolidad para el curso siguiente.
Evidentemente, tenemos que dejarnos guiar por la sensatez. El verano no es, en estas edades, un momento de trabajo intensivo, ni de profundización. Es, sobre todo, de relax, descanso y desconexión, pero también son dos meses con mucho tiempo libre, en los que se puede aprovechar para suplir carencias y reforzar debilidades, pero siempre en un entorno menos reglado y con actividades que, además de ser educativas, sean lo más lúdicas y atractivas que podamos.
En la próxima entrada hablaremos sobre la conveniencia de los cuadernos de vacaciones para quienes no tienen ninguna dificultad en la escuela.
Clínica Panaderos - Área de Psicología
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