En la entrada anterior de este blog (Riesgo cardiovascular en mujeres I) hablábamos de los síntomas que puede presentar un ataque cardiovascular en mujeres. De todas formas, por lo desconocidos que suelen ser, los mencionamos una vez más:
- ardor en la parte superior del abdomen
- mareos
- malestar estomacal
- sudoración.
- Fumar: este hábito es uno de los más importantes factores de riesgo para el corazón. Por suerte, minimizarlo es fácil: con dejar de fumar, el riesgo se reduce de inmediato.
- Hipertensión: aunque no puede curarse, la hipertensión arterial puede controlarse con dieta, ejercicio e incluso medicamentos, si es necesario.
- Colesterol: aunque las mujeres durante la edad fértil suelen tener niveles más altos de colesterol HDL (el colesterol "bueno"), que ayuda a la salud cardiovascular, a partir de la menopausia los niveles de este colesterol HDL bajan, por lo que su capacidad de protección cardiovascular disminuye. Para subir los niveles de colesterol HDL y bajar los del LDL (colesterol "malo") es efectivo el ejercicio físico, además de una dieta apropiada y, en casos necesarios, medicación específica.
- Obesidad: es uno de los factores que más predisponen para las enfermedades del corazón. También es importante el lugar donde se acumula la grasa: las mujeres que tienen mucha grasa en la cintura tienen un mayor riesgo que las que tienen grasa en las caderas. Una vez más, las recomendaciones básicas son dieta y ejercicio, ambos bajo la supervisión de un médico.
- Diabetes: algunos estudios han demostrado que las mujeres diabéticas tienen mayor riesgo de morir de una enfermedad cardiovascular que los hombres diabéticos. Además, la diabetes suele venir acompañada de un estilo de vida sedentario, sobrepeso u obesidad, niveles altos de colesterol e hipertensión. El control de la diabetes es fundamental para prevenir este riesgo y, para ello, tú y tu médico debéis trabajar coordinadamente.
- Inactividad física: si el ejercicio físico contribuye a minimizar algunos de los riesgos que hemos citado, por el contrario, la inactividad los empeora. El ejercicio reduce el riesgo de sufrir un ataque cardíaco o cerebral, aumenta los niveles de colesterol HDL, normaliza la glucosa, reduce la presión arterial y aumenta la flexibilidad de las arterias, además de reducir el estrés.
- Consumo excesivo de alcohol: puede contribuir a la obesidad, elevar los niveles de triglicéridos y la presión arterial, causar una insuficiencia cardíaca y contribuir a un ataque cerebral. El consumo moderado de alcohol puede reducir el riesgo cardiovascular, pero siempre que sea realmente moderado. En mujeres, el consumo máximo diario recomendado es de una copita pequeña de vino o un vaso de cerveza (eso no significa que, si no bebes, tengas que empezar a beber).
- Estrés: aunque no se conoce exactamente la causa, se sabe que el estrés es un factor de riesgo cardiovascular. También puede contribuir a otros factores de riesgo, como fumar más o comer más. Un estilo de vida equilibrado y el ejercicio físico pueden ayudarte a disminuir tus niveles de estrés.
- Anticonceptivos orales: también pueden ser un factor de mayor riesgo cardiovascular en mujeres, especialmente en las fumadoras. Además, aumentan con la edad. Por ello, si estás tomando o vas a tomar anticonceptivos orales, deberías informar a tu médico sobre otros posibles factores de riesgo cardiovascular, para que pueda hacer una valoración adecuada.
- Otras enfermedades: el lupus y la artritis reumatoide pueden ser factores de riesgo cardiovascular en la mujer, por lo que deben ser conocidas y tenidas en cuenta por los profesionales de la salud a la hora de hacer una valoración global del riesgo cardiovascular en la mujer.
Como puedes ver, hay muchos factores que pueden incrementar el riesgo cardiovascular en mujeres, especialmente después de la menopausia. Pero, afortunadamente, muchos se pueden eliminar o controlar. Para ello, necesitas una dieta equilibrada (y mucho mejor si es personalizada), ejercicio físico y el control periódico de tu médico.
Recuerda que la salud no es cuestión de dejar pasar el tiempo y ver qué sucede. Ni de esperar. El mejor momento es ahora. Es necesaria una participación activa que no sólo evite la enfermedad, sino que también aumente tu bienestar y tu calidad de vida. Y en eso, los profesionales de la salud siempre estamos dispuestos ayudarte.