lunes, 27 de enero de 2014

Vivir plenamente: Envejecimiento activo

La vejez es una etapa de la vida que muchas personas temen. El inevitable y progresivo declive de las capacidades físicas y mentales acaba en lo que ha sido una constante en el ser humano a lo largo de toda la historia: el temor a la muerte. A este temor se suman otros, también angustiosos, por ejemplo a ser cada vez más dependiente de los demás y a la soledad. Según vamos "quemando etapas", de la infancia a la adolescencia, juventud y posteriormente la madurez, vamos acumulando experiencias (pérdida de seres queridos, situaciones personales difíciles...) que nos van haciendo tomar conciencia de esa etapa final. Incluso en el lenguaje se van acuñando términos para evitar hablar de vejez o de viejos: la tercera edad, la edad dorada, los "adultos mayores"...

Sin embargo, no todas las personas envejecen de la misma manera. De hecho, la vejez es la etapa en que las diferencias individuales son mayores. Una persona de 75 años puede llevar una vida extremadamente limitada, necesitada de mucha ayuda, mientras que otra es perfectamente capaz de valerse por sí misma, de realizar múltiples actividades y llevar lo que entenderíamos como una "vida plena". Esta diferencia entre unos y otros se debe en parte a factores biológicos, pero también al estilo de vida: alimentación, actividad física, mental y social... El declive es inevitable, pero la rapidez de ese declive y la calidad de vida no.

Para la Organización Mundial de la Salud, el envejecimiento activo es "el proceso de optimización de oportunidades para luchar por la salud, por la participación activa en la vida y por la seguridad de alcanzar calidad de vida cuando el ser humano envejece." (Documento Envejecimiento Activo, Segunda Asamblea Mundial de las Naciones Unidas sobre el Envejecimiento, Madrid, abril de 2002). Aunque no todos los especialistas, colectivos y organizaciones definen el envejecimiento activo de la misma manera, estos tres pilares básicos siempre están presentes: salud, participación activa y seguridad.

No vamos a realizar aquí una extensa exposición sobre estos pilares del envejecimiento activo. Hay muchísimo material, tanto en papel como en Internet, y no creemos que merezca la pena copiar por copiar. No obstante, consideramos muy claros los cuatro aspectos que, en la página web Vivir con vitalidad  presenta la profesora Rocío Fernández-Ballesteros (psicóloga clínica especialista en este tema), cuando habla del plan de vida que debe trazarse la persona que desee envejecer bien, para mejorar: su salud, su funcionamiento cognitivo, su afectividad y su implicación y compromiso social.

Hay que proponerse, pues, trabajar activamente cuatro áreas, que podríamos llamar:

  • La  salud física, a través de hábitos saludables: alimentación, ejercicio físico, evitar hábitos nocivos (no fumar, beber con moderación, sedentarismo...)
  • La salud intelectual,  mediante la actividad mental: juegos de mesa, crucigramas, lectura, actividades de desarrollo de la memoria, problemas de lógica y razonamiento, incluso aprovechando las Nuevas Tecnologías, etc., puesto que los nuevos aprendizajes compensan el declive de otras capacidades, como la memoria. Mantener la mente activa es fundamental.
  • La salud emocional, el control de la propia vida y la percepción de eficacia: emociones y bienestar, control de la propia realidad, afrontar el estrés, saber que vamos a ser capaces de desarrollar determinadas tareas y obtener resultados positivos.
  • La salud social, cultivando las relaciones con la familia, los amigos y la comunidad: no sólo ser cuidado, sino cuidar, cultivar las relaciones familiares y las amistades, participar activamente en la comunidad, enriquecer a otros con nuestra la experiencia y el saber acumulados, implicarse en la realidad política y social...). 

Pero estas cuatro áreas no pueden ser consideradas estrictamente separadas, pues todas interactúan, de manera que el desequilibrio de una de ellas, si no es corregido adecuadamente, acabará perjudicando a las otras y, en consecuencia, a la persona. Por ejemplo, no es difícil que una persona con una vida social muy limitada sienta una soledad que acabe desembocando en una depresión: la falta de salud social habrá perjudicado su salud física y emocional.


Es importante "trazarse un plan de vida", pues implica la decisión de "hacer", de no dejar pasar el tiempo sin más, de comprometerse consigo mismo y con los demás para mejorar nuestra salud, nuestro bienestar y nuestra calidad de vida y, por ende, la de quienes nos rodean.

Por nuestra parte (éste no deja de ser el blog de una clínica), los profesionales de la salud podemos ayudar a las personas en su camino de envejecimiento activo. La medicina preventiva, los chequeos regulares, las pautas de medicación, alimentación y ejercicio adecuado..., una serie de aspectos en los que tu médico, con el apoyo de enfermeras, psicólogos y otros especialistas puede ayudarte a trazar ese plan de vida para envejecer bien.

Al fin y al cabo, todos acabamos envejeciendo, pero, en buena medida, está en tu mano envejecer bien. 

Terminamos esta entrada con una anécdota que presenciamos hace poco tiempo. Una persona de cierta edad, ya con presbicia (vista cansada) se quitó las gafas para poder leer el periódico, mientras decía a su compañero de mesa: "Qué malo es cumplir años". El otro, le respondió de inmediato: "¡Es mucho peor no cumplirlos!"