Empieza el curso. Época de nervios para el alumnado: ¿Qué profesor me tocará? ¡Ojalá no me dé la profesora del año pasado! ¿Estarán mis amigos en la misma clase? ¿Quién será mi tutor? ¡A ver si mi tutora es...!
Y con esa incertidumbre y esos nervios, comienzan las clases. Unas primeras semanas en las que casi no tienen deberes y, sobre todo a partir de los 11-12 años, dicen que todavía no hay nada que estudiar, que no han empezado a dar materia nueva, que sólo estan repasando, etc. Parece que se resisten a entrar de lleno en el curso, a "ponerse las pilas". Pero, ¿estamos completamente seguros de que todo va bien? ¿Esperamos a la primera evaluación para saber si nuestro hijo o hija va avanzando al ritmo adecuado?
Si tienes alguna duda sobre los escasos deberes, lo poquísimo que tienen que estudiar, etc., lo mejor es que no esperes a recibir las notas de la primera evaluación. Hay veces en que un alumno puede superar un pequeño desfase, una distracción temporal o un bajón sin importancia con un poco más de estudio y dedicación. Pero en otras ocasiones, la clase sigue avanzando y el alumno no progresa a la misma velocidad, con lo que el desfase se va haciendo cada vez mayor y, para ponerse al día, va a necesitar mucha más ayuda, porque la distancia que separa su avance del de su grupo va aumentando. Podríamos representarlo gráficamente así:
Progreso del alumo (azul) y de la clase (rojo) |
Por eso es importante, ante la más mínima duda o contratiempo, ponerse en contacto con el tutor o los profesores correspondientes cuanto antes. E incluso, antes de que haya contratiempos, puede ser conveniente hablar con el tutor o tutora para asegurarse de que el progreso de nuestro hijo es el adecuado.
Como norma general, podríamos decir que es convenientes pedir una entrevista con el tutor entre 4 y 6 semanas después de empezar el curso. Eso permitiría tomar medidas a tiempo, para evitar los suspensos de la primera evaluación (que suele ser, en la mayoría de los centros, entre finales de noviembre y finales de diciembre). Hay veces en que las medidas pasan, simplemente, por ayudar a nuestro hijo a organizarse, asegurarnos de que hace las tareas y de que estudia para los exámenes con tiempo suficiente, de manera que el día antes sólo tenga que dar un repaso.
En otras ocasiones, es necesario consultar con un profesional que determine qué tipo de dificultad específica está teniendo el niño o niña, y qué tipo de intervención necesita, del amplio abanico existente, desde las técnicas de estudio hasta un tratamiento farmacológico, en determinados cuadros clínicos de mayor alcance. Posiblemente tu médico de familia o tu pediatra pueda orientarte sobre qué especialista sea el más adecuado en cada caso: un psicólogo infantil, neuropsicólogo, psicólogo clínico, etc. En cualquier caso, solucionar el problema cuanto antes es muy importante, no sólo por el desfase educativo que puede conllevar el fracaso escolar, sino por el efecto negativo que frecuentemente tiene en la autoestima del niño.
Recuerda que, si vives por la zona de Valladolid, los especialistas en Psicología Clínica, Neuropsicología, y Psicología infantil de Clínica Panaderos estamos a tu disposición para resolver tus dudas y ayudarte en lo que sea necesario.